La importancia de llamarse Trashumancia

Ayer 2 de febrero, día de la Candelaria, pasaron varias estaciones por Campillo de Ranas: llovió, granizó, salió el sol, el viento nos hacía volar... Al pie del padre Ocejón perseverantes construimos un chozo de barda como antaño los pastores. Todo el mundo se implicó y hasta los más pequeños quisieron probarlo una vez hecho. Jordi Ungé nos enseñó a anudar las retamas, a colocarlas sobre la estructura asentada sobre pizarra y a dejar hueco para la entrada. Con el frío hicimos hambre, tanta que no quedó ni una sola miga, amén de otros manjares de pastor... Y de postre, César J. Gonzalo nos habló de la importancia del pastoreo y la trashumancia en la historia, la economía y la cultura de este país. Un patrimonio que corre el riesgo de perderse para que unos pocos ahora se enriquezcan con la venta unos terrenos de paso (como cañadas, cordales, veredas...) que han servido a nuestros ganados durante 800 años. En 1283 el honrado concejo de la Mesta puso orden en todas las vías ya existentes que utilizaban los pastores para llevar el ganado desde las sierras a los extremos (el viaje natural de ida y
vuelta que se realizaba todos los años).
El crecimiento de España no se concibe sin la trashumancia, pues la lana de la oveja fina castellana (que unos mercaderes genoveses empezaron a llamar "merina") fue el motor de la economía primero en Castilla y después en toda la península. 

Dar a conocer esta información que aparece en muchos libros hace que tomemos conciencia de nuestro patrimonio no sólo de manera medioambiental sino como legado histórico cultural que es necesario preservar y transmitir a generaciones futuras. En Viajando por los pueblos negros queremos con este tipo de jornadas difundir la riqueza de los usos y las costumbres de las gentes serranas que trabajaron pastoreando y destacar su gran valor etnográfico. Ahí queda el chozo de pastor como homenaje a la trashumancia.